10.22.2009

Carta de Belem

Carta de Belem

Somos organizaciones y movimientos socio-ambientales, trabajadores y trabajadoras de la agricultura familiar y campesina, agro- extractivistas, quilombolas, organizaciones de mujeres, organizaciones populares urbanas, pescadores, estudiantes, pueblos y comunidades tradicionales y pueblos originarios que comparten la lucha contra la deforestación y por la justicia ambiental en la Amazonía y en Brasil. Nos reunimos en el seminario “Clima y bosques: ¿ REDD y mecanismos de mercado como una solución para la Amazonía?” realizado en Belem do Pará los días 2 y 3 de octubre de 2009, para analizar las propuestas en negociación sobre Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD) para la región, teniendo como base nuestras experiencias sobre las políticas y programas implementados en la región en las últimas décadas. En esta carta hacemos pública nuestra reivindicación de que el gobierno brasilero rechace la utilización de REDD como mecanismo de mercado de carbono y que el mismo no sea aceptado como compensación por las emisiones del Norte. Rechazamos los mecanismos de mercado como instrumentos para reducir las emisiones de carbono, basados en la firme creencia de que el mercado no es un espacio capaz de asumir la responsabilidad por la vida en el planeta. La Conferencia de las Partes (COP) y sus desdoblamientos mostraron que los gobiernos no están dispuestos a asumir compromisos públicos consistentes, que transfieren la responsabilidad práctica del cumplimiento de metas, notoriamente insuficientes, hacia la iniciativa privada. Con esto, mientras que las inversiones públicas y el control sobre el cumplimiento de las metas se diluyen, se legitima la expansión de mercado mundial de CO2, que aparece como una nueva forma de inversión del capital financiero y de supervivencia de un modelo de producción y de consumo fracasado. Las propuestas de REDD en debate no diferencian bosques nativos de monocultivos extensivos de árboles y le permiten a los actores económicos – que históricamente destruyeron los ecosistemas y expulsaron a las poblaciones que allí vivían – encontrar en los mecanismos de valorización de bosques en pie, formas para continuar con y fortalecer su poder económico y político en detrimento de esas poblaciones. Además, corremos el riesgo de que los países industrializados no reduzcan drásticamente sus emisiones por la quema de combustibles fósiles y mantengan un modelo de producción y de consumo insustentable. Precisamos acuerdos que obliguen a los países del Norte a reconocer su deuda climática y a comprometerse con la reparación de la misma. Para Brasil, las negociaciones internacionales sobre clima no pueden estar centradas en el debate sobre REDD y otros mecanismos de mercado y sí en la transición hacia un nuevo modelo de producción, distribución y consumo, basado en la agro-ecología, en la economía solidaria y en una matriz energética diversificada y descentralizada que garanticen la seguridad y soberanía alimentaria. El desafío central para enfrentar la deforestación en la Amazonía y en otros biomas del país es la solución de los graves problemas agrarios, que están en la raíz de los conflictos socio-ambientales. La deforestación – resultante del avance de los monocultivos, de las políticas que favorecen al agro-negocio y a un modelo de desarrollo volcado a la explotación predatoria y exportación de recursos naturales – sólo será evitado con la resolución de la cuestión agraria, a partir de una Reforma Agraria y de una reordenación territorial con bases sustentables, y del reconocimiento jurídico de los territorios de los pueblos y comunidades tradicionales y pueblos originarios. Tenemos otra visión del territorio, desarrollo y economía, que hemos estado construyendo a lo largo del tiempo, articulando el uso sustentable del bosque y el libre uso de la biodiversidad. Se hace necesario un conjunto de políticas públicas que permitan el reconocimiento y la valorización de esas prácticas tradicionales, basadas en la convivencia entre producción y preservación ambiental. Nos comprometemos a seguir luchando desde estas premisas, y para que todo y cualquier mecanismo de reducción de deforestación esté inserido en una visión amplia de políticas públicas y fondos públicos y voluntarios que posibiliten nuestros derecho y vida en la Amazonía y en el Planeta.

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